sábado, 16 de enero de 2010

LA MALDAD DEL HOMBRE OPERARÁ CONTRA SÍ MISMO

Estoy sorprendida como dos palabras "EVOLUCIÓN BIOLÓGICA" (conjunto de transformaciones o cambios a través del tiempo que ha originado la diversidad de formas de vida que existen sobre la Tierra a partir de un antepasado común) expresadas por la boca de hombres mortales llamados "científicos"; y en especial por la de Charles Darwin, hayan pretendido borrar las huellas de Dios sobre la tierra, de la que también él es su creador.

"La palabra evolución para describir tales cambios fue aplicada por vez primera en el siglo XVIII por el suizo Charles Bonnet en su obra "Consideration sur les corps organisés". No obstante, el concepto de que la vida en la Tierra evolucionó a partir de un ancestro común ya había sido formulada por varios filósofos griegos, y la hipótesis de que las especies se transforman continuamente fue postulada por numerosos científicos de los siglos XVIII y XIX, a los cuales Charles Darwin citó en el primer capítulo de su libro El origen de las especies. Sin embargo, fue el propio Darwin en 1859 el que sintetiza un cuerpo coherente de observaciones que solidificaban el concepto de la evolución biológica en una verdadera teoría científica". Fuente: Wikipedia. Enciclopedia Libre.

Todos conocemos esta palabra de nueve letricas - EVOLUCIÓN - que pretende ser mayor que el Todopoderoso, tapando o queriéndole hacer sombra al esplendor de Dios que ilumina no solo con su sol sino con su sabiduría todos los ámbitos de la tierra: poder, ciencia, química, física, inteligencia y orden.

Con que borrador haremos desaparecer de la tierra de Dios, la sabiduría, la inteligencia y el orden divino de cada cosa de la vida, desde la más pequeña que podemos observar, a través de un microscopio, hasta aquella que por su poderío y fiereza nos asustan.

El problema no es que solamente se pretenda borrar de esta naturaleza viva y perfecta la huella de Dios; sino que también se pretenda ignorar o borrar la prueba más tangible de su existencia; La presencia de su Hijo entre Nosotros. Ignorarla o borrarla no de la historia, porque sería imposible, pero sí de la realidad que revela la razón de su presencia en la tierra.

De igual manera, es sorprendente ver como también se ignoran "voluntariamente" los testimonios de hombres y mujeres que han sufrido no una evolución biológica, sino una metamorfosis, convirtiéndose en nuevas criaturas en espíritu, alma y cuerpo, a través de la presencia de Dios.

La misma palabra de Dios expresa antes de que la ciencia del hombre se desarrollara: "Dice el necio en su corazón: No hay Dios" (Salmo 14:1).

Mi esperanza es que no continúen incurriendo en tal error y cometiendo tal necedad. Aunque no se ocupen de escudriñar la Biblia, es más inteligente pensar que Dios, como creador, formó la gallina que luego puso un huevo y no que un huevo se hizo solo y luego terminó evolucionando en gallina. Esto convencería más a un párvulo que a un hombre que se diga inteligente.

Es más inteligente creer que Adán fue hecho del polvo de la tierra con la mano de Dios, quién le regalo no solo su imagen, sino también su aliento de vida, a creer que un renacuajo se dió vida a sí mismo y en el tiempo evolucionó en mono y este a su vez se convirtió en Hombre, cuando todos sabemos que el tiempo solo sirve para deteriorarnos y hacernos morir.

Tales desaciertos no deberían estar vigentes en el siglo XXI cuando nos enorgullecemos de ser muy sabios e inteligentes. Los chimpancés nacen ancianos, aunque por su edad se les llame bebés, y los hombres nacen bebés aunque ellos le llamen monos.

Bajo este concepto de la "Evolución Biológica", el hombre es considerado un animal. Con tal mentalidad no es raro ver al hombre "Tigre" que mata para comer, y al hombre "Perro" que exhibe su sexo públicamente en orgías inmundas y degradantes.


La maldad del hombre no le hace daño a Dios, le hace daño a sí mismo.


Hilda de Reyes, 16 de Enero de 2009


1 comentario: