Invoqué tu nombre, oh Jehová, desde la cárcel profunda;
Oíste mi voz; no escondas tu oído al clamor de mis suspiros.
Te acercaste el día que te invoqué; dijiste: No temas.
Abogaste, Señor, la causa de mi alma; redimiste mi vida.
Lamentaciones 3:55-58
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