domingo, 15 de agosto de 2010

HUMILLACIÓN, CLAMOR Y DETERMINACIÓN IMPULSADAS POR LA FE

Humildad, Clamor y Determinación impulsadas por la fe en Jesús, fueron tres actitudes que hicieron posible cambiar la realidad de una Mujer Cananea, cuya hija era gravemente atormentada por un demonio, un ciego llamado Bartimeo que mendigaba en las calles y la de una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre.

Tres situaciones agobiantes cuya solución definitiva estaba únicamente en las manos de Jesucristo y en la fe - creencia abosulta - de sus protagonistas en él.

En los tres pasajes podemos encontrar cuatro cosas en común:

1. Los tres problemas eran muy graves y no tenían solución humana. La solución solo la tenía Jesús.
- La mujer cananea cuya hija era gravemente atormentada por un demonio. (Mr. 7.24-30)

- Bartimeo, ciego, hijo de Timeo, sentado junto al camino mendigando.
(Mt. 20.29-34)

- Una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre. (Marcos 5:24-34)

Tanto la mujer cananea, Bartimeo como la mujer del flujo de sangre creían en su corazón que solo Jesús podía resolver su problema, por eso colocaron toda su fe en él.

2. En los tres casos, Jesús parecía no percatarse del problema y hubo oposición.

Mujer Cananea: Jesús no Respondía

Y he aquí una mujer cananea que había salido de aquella región clamaba, diciéndole: !!Señor, Hijo de David, ten misericordia de mí! Mi hija es gravemente atormentada por un demonio. Pero Jesús no le respondió palabra. Entonces acercándose sus discípulos, le rogaron, diciendo: Despídela, pues da voces tras nosotros. El respondiendo, dijo: No soy enviado sino a las ovejas perdidas de la casa de Israel.

Bartimeo: Jesús Pasó por su Lado

Y oyendo que era Jesús nazareno, comenzó a dar voces y a decir: !!Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!. Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: !!Hijo de David, ten misericordia de mí!

La Mujer del Flujo de Sangre: Jesús iba entre una Gran Multitud

Fue, pues, con él; y le seguía una gran multitud, y le apretaban. Pero una mujer que desde hacía doce años padecía de flujo de sangre, y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto.

3. Los tres tuvieron que "llamar la atención de Jesús" bien teniendo una actitud humilde, clamando o perseverando en su fe.

Mujer Cananea: La Humildad
Entonces ella vino y se postró ante él, diciendo: !!Señor, socórreme!
Respondiendo él, dijo: No está bien tomar el pan de los hijos, y echarlo a los perrillos. Y ella dijo:
Sí, Señor; pero aun los perrillos comen de las migajas que caen de la mesa de sus amos.

Bartimeo: El Clamor
Y muchos le reprendían para que callase, pero él clamaba mucho más: !!Hijo de David, ten misericordia de mí!

Entonces Jesús, deteniéndose, mandó llamarle; y llamaron al ciego, diciéndole: Ten confianza; levántate, te llama. El entonces, arrojando su capa, se levantó y vino a Jesús.


La Mujer del Flujo de Sangre: La Determinación

Cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto.

Porque decía: Si tocare tan solamente su manto, seré salva. Y en seguida la fuente de su sangre se secó; y sintió en el cuerpo que estaba sana de aquel azote.

4. Jesús cambió la realidad de los tres y fueron salvos.

Mujer Cananea
Entonces respondiendo Jesús, dijo: Oh mujer, grande es tu fe; hágase contigo como quieres. Y su hija fue sanada desde aquella hora.
Bartimeo
Respondiendo Jesús, le dijo: ¿Qué quieres que te haga? Y el ciego le dijo: Maestro, que recobre la vista. Y Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Y en seguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino.
La Mujer del Flujo de Sangre
Luego Jesús, conociendo en sí mismo el poder que había salido de él, volviéndose a la multitud, dijo: ¿Quién ha tocado mis vestidos? Sus discípulos le dijeron: Ves que la multitud te aprieta, y dices: ¿Quién me ha tocado? Pero él miraba alrededor para ver quién había hecho esto.

Entonces la mujer, temiendo y temblando, sabiendo lo que en ella había sido hecho, vino y se postró delante de él, y le dijo toda la verdad. Y él le dijo: Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote.

Recuerda que tu realidad puede ser cambiada. Solo Cristo tiene el poder para darle solución. No importa si parece que Jesús no te escucha o tienes oposición en el intento.

Permite que la fe doblegue tu orgullo o temor y te haga humilde - como la mujer cananea -, te lleve a clamar tan fuerte como Bartimeo cuando Jesús pase por tu lado, o bien te haga perseverante - como la mujer de flujo de sangre - para recibir de Jesús lo que estás necesitando, cambiar tu realidad y ser salvo de todo yugo.


Dios te Bendiga.
Fuente: Predicación Hno. Noel Reyes - Iglesia Genesaret, 02 de Agosto de 2010

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