sábado, 31 de octubre de 2009

JESUS CALMA TU TORMENTA

Marcos 4: 35-41

Aquel día, cuando llegó la noche, les dijo: Pasemos al otro lado.

Una vez despedida la multitud, se lo llevaron tal como estaba en la barca. También había otras barcas. Pero se levantó una gran tempestad de viento que echaba las olas en la barca, de tal manera que ya se anegaba.
En muchos momentos del recorrer de nuestra vida nos encontramos inesperadamente con tormentas recias que abaten nuestra alma y nos llevan a pensar que es el fin y no hay esperanza de salvación.

En este pasaje bíblico, Jesús decide “Pasar al otro lado” en la “Noche” después de despedida la multitud.

Pasar al otro lado significa dejar atrás el sitio donde estás e ir a un nuevo lugar, una nueva condición donde tendrás la expectativa de hacer o encontrar algo. Jesús iba al otro lado del lago, él tenía un propósito en ese lugar.

No era de día, era de “Noche”. Las noches por lo general deberían ser apacibles ya que todo tiende a estar en absoluta quietud; sin embargo, son las que más temor nos infunden porque en ellas no hay luz.
La búsqueda por años de aquel sueño que no se realiza, el tiempo que pasa con un problema que no se resuelve o la larga espera para satisfacer una necesidad imperante en nuestras vidas, nos hacen “pasar al otro lado” justo en un tiempo semejante a la “Noche”, donde no hay gente disponible para ayudarnos, no hay tiendas abiertas para comprar y no existen las alternativas y condiciones que ofrece el día para resolver nuestra situación.

Cuando decidimos emprender el camino; entonces, se desata “La Tormenta”.
Solos en alta mar, en medio de la noche, sin poder volver atrás, ni echar mano del amanecer para que despunte con rapidez, es cuando nos enfrentamos a momentos de “angustia y temor” que nos llevan a pensar que es el fin y no hay esperanza de salvación, pero desde el inicio de tu trayecto y en esos momentos, cuando se desata la tormenta, Jesús está contigo, tranquilo, durmiendo!

Él estaba en la popa, durmiendo sobre un cabezal. Lo despertaron y le dijeron:
-¡Maestro!, ¿no tienes cuidado que perecemos?
Tal y como les sucedió a los discípulos, aunque sabemos que el Señor está con nosotros, pensamos que al él no le importa nuestra situación, que es indiferente a ella y en pocas palabras: No tiene cuidado de que perecemos. Recurrimos a él con desesperación y reclamo, levantándolo para que nos ayude.
Él, levantándose, reprendió al viento y dijo al mar:
-¡Calla, enmudece!Entonces cesó el viento y sobrevino una gran calma.
Cuando eso te suceda, quizás el Señor te haga las dos preguntas claves que les hizo a sus discípulos:
Y les dijo:¿Por qué estáis así amedrentados?
¿Cómo no tenéis fe?

Si es una situación para estar angustiados y aterrorizados, por qué el Señor entonces pregunta ¿Por qué estáis así amedrentados?
¿Es que acaso la solución de esa tormenta está en tus manos y se puede tener paz en medio de ella? SI. Y ¿Cómo se logra? Con FE
Claramente Jesús evidenció que sus discípulos no tenían fe, o por lo menos no la suficiente para levantarse con autoridad y calmar la tormenta que se presentó en su camino estorbando su paz.

Su falta de fe, se originaba en no conocer a Jesús ni de lo que él era capaz de hacer.

Entonces sintieron un gran temor, y se decían el uno al otro:
-¿Quién es este, que aun el viento y el mar lo obedecen?
Cuando estés pasando al otro lado y la tormenta aparezca, mantente firme y recuerda estas tres (3) cosas:

1. Jesús está contigo desde el momento en que decidiste pasar “al otro lado” y permanece contigo todo el trayecto.

2. Debes tener Fe (Creer) para llenarte de la confianza y el valor que necesitas para ejercer tu autoridad espiritual y hacer que la tormenta cese.

3. Si la fe te falla, siempre puedes despertar a Jesús para que te ayude. El se levantará a ayudarte y calmar la tormenta por ti, a fin de que sigas tu camino, al otro lado, en una gran calma.




Maryflor Hani, 31 de Octubre de 2009

1 comentario:

  1. una de las explicaciones mas certeras que he escuchado sobre este pasage, gracias por la aportacion

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